KNOCK KNOCK KNOCK!!!

Adelante... pasa... como si estuvieras en tu casa...

12.4.07

AUTOSERVICIO DE LAVADO


Suelo llevar el coche a lavar. A un lavado automático... Me lavan el coche, me piropean y me hacen la pelota. Y todo por un abono anual. Es fantástico. Peeeeeeeeero, nada que ver con la increíble experiencia del lavado con agua a presión hecho por uno mismo en una estación de servicio, a 1 jeuro cada paso:


1) agua caliente con jabón, 1 jeuro;
2) aclarado, 1 jeuro;
3) abrillantado con agua osmotizada, 1 jeuro. Y, ¿qué coño es el agua osmotizada???? OSMO me suena a nombre de hombre finlandés, y TIZADA me suena a combinado alcohólico exótico del América del sur.

Esto lo hice el domingo (domingo de gloria, o de resurrección, o de muerte por clavos o lo que fuera... no sé, el domingo en definitiva).

Los pajaritos (hijos de la grandísima p... pájara) se habían cebado (me refiero a que habían llenado abundantemente sus pequeños estómagos, propiciando después evacuaciones de tamaño mayúsculo) y habían dejado mi coche a topos. Cuando vi el coche, me pareció recordar que era liso y no con topos, así que, deduje que era mierda.

El túnel de lavado estaba cerrado (también tienen derecho a hacer vacaciones), y mi parabrisas estaba infestado de mierdas de paloma.

Por seguridad, tenía que lavarlo. Estoy convencida de que ir circulando con tantas mierdas de paloma en el parabrisas es una infracción grave del código de circulación y de estética nacional, y que te sancionan con multa de cientos de euros y de 3 a 7 puntos del carnet. Como soy una persona consecuente, responsable y escasa de efectivo, para evitar la sanción y cumplir con mi deber de ciudadana debía lavar el vehículo cuanto antes. Recuérdese que he dicho que el túnel de lavado estaba cerrado.

Pensé en hacer lo que otra vez (y que sale gratis, pero es una guarrada): ir a una gasolinera, aprovechar para meter aire en las ruedas, y con el grifito del agua (recordad: gratis, gratis, gratis) ir mojando el coche. Se necesita una gran dosis de paciencia (el chorro de agua no tiene presión ni cabreándolo), hacerlo a altas horas de la madrugada (hay un solo tipo en la gasolinera y está franqueado por cristales blindados; no va a salir para decirte que no gastes el agua... y hay menos gente que te mirará raro...), y no tener un chino al lado que quiera hinchar las ruedas de su bicicleta.

Anécdota: una vez que hice este proceso de mojado gratuito (por necesidad ocular: no veía un pijo por el parabrisas), estaba yo junto a MMM poniendo aire a las ruedas, y se acercó un chino con su bicicleta. Ni corto ni perezoso, se puso cerca de la parte trasera del coche y decidido tomó el grifito del agua. Quitó el tapón de la válvula de la rueda delantera de su bici. Yo pensé 'tío, esto es agua...'. Pero él estaba tan decidido... Al verle tan resuelto, pensé ‘los muy joíos, a ver si va a ser que en lugar de aire, a las ruedas les ponen agua porque cuesta más que se pinchen o algo… o porque lo dijo Confucio…’. El chino tomó el grifito, lo puso sobre la válvula y apretó. Gritó ‘AGUAAAAAAAAAAAA!’. En ese momento deduje por mí misma que Confucio jamás dijo nada acerca de llenar de agua las ruedas de bicicleta, y que seguramente el chino, al verme poniendo aire, supuso que la otra manguera también era de aire. Le dije ‘sí, es agua. El aire lo tengo yo. Ahora cuando acabe, te lo doy, vale?’. El chino me miró, sonrió, y exclamó otra vez con cara de asombro AGUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA’. Yo le dije ‘sí, es agua. Tú agua ruedas, no. Aire, ruedas. Aire, yo. Ahora tú esperas. Yo acabo. Doy aire a ti. No agua, aire. Esperas. Yo doy.’. Todo ello oportunamente acompañado de una dosis de mímica y de vocalización excepcional. Esperó. Acabé. Le di el aire. Sonrió. Dijo ‘AIREEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE’. Le dije ‘Sí, aire. Tú poner en ruedas. Ya está.’. Volvió a sonreír. ‘AIREEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE’. Ostiassssssssssssss, que ya lo sé! Pero verle tan feliz me enternecía… Fin de la anécdota.

Este método es lento y asqueroso, porque logras formar una especie de fango, pero si lo acompañas del movimiento del limpiaparabrisas te soluciona temporalmente la visibilidad.

Había oído, casi como un mito, que existían unos lugares donde metías monedas como en una tragaperras y limpiabas tú el coche.

Se me hacía de lo más estúpido, porque con un cubo y una esponja, no meto jeuros y lo lavo también. Pero mi ignorancia radicaba en la presión… el agua a presión… Diosssssssssss, qué experienciaaaaaaaaaaaaa!!

Para no extenderme demasiado. Fui a una gasolinera que intuía que tenía este invento. Lo tenía. Aparqué el coche en esa especie de cubículo abierto. A un lado estaba la máquina para meter los jeuros. Delante, un aparatito tipo kärcher.

Le dije a MMM que pusiera el jeuro. Lo hizo. Con lo que no contaba yo era con que el agua salía a los dos nanosegundos. La manguera, que estaba depositada en un receptáculo cilíndrico, empezó a elevarse como por arte de magia. Durante unas décimas me vi siendo Miss Bean, corriendo detrás de una manguera que bailaba como una serpiente al son de una de esas cosas que tocan los que las encantan. Gracias a dios (y a mi rapidez de reflejos), eso no sucedió, y la pillé al vuelo, así, con chulería… como haciéndolo aposta.

Jo-derrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr! Esa presión, ese jabón, ese ver saltar las mierdas de pájaro… y todo sin ningún esfuerzo gracias a la presión del agua! (empieza a sonar como un anuncio de la teletienda, verdad?). Las llantas, como los chorros del oro; el parabrisas, niquelao… Sin esfuerzo…

Ese goce extremo valía 1 jeuro… 1 solo jeuro.

No podía pararme ahí. No señor.

Por otro jeuro, podía aclarar el coche… oooooooooooooooh, síiiiiiiiiiiiiiiiii…

Y lo hice.

Del abrillantado con agua osmotizada pasé. Me pareció una experiencia demasiado intensa para ser la primera vez.

El broche de oro lo puso la máquina estratégicamente situada frente a los boxes de lavado. MÁQUINA DE BAYETAS. 3 BAYETAS 1 JEUROS. ¿Quién puede resistirse a eso??? ¿Quién?? NADIE!!!!

Caí… lo reconozco. Caí en la tentación y pequé. Compré las tres bayetas que salían mediante un mecanismo que hacia voltear un rodillo… Tres bayetas (de mierda, pero bayetas) con las que secar los cristales…

Claro, no es como el túnel de lavado, nadie me hace la pelota. MMM me iba soltando piropos y frases obscenas, pero claro, no me hacía nadie la pelota. Pero la satisfacción del trabajo hecho con las propias manos… eso no tiene precio…

Probadlo. Es una experiencia inolvidable. Y procurad que no haya ningún chino en bicicleta, porque con la presión que tiene esto, la rueda se le pone por montera oriental…!!

4.4.07

Mi Buenos Aires querido… Capítulo 3º


7 de agosto de 2005

Después del magnífico recibimiento que nos hizo la ciudad con solo aterrizar, nos esperaban 22 días de sitios por ver, gente por conocer, experiencias que vivir… Como ya dije, no planificamos nada. Caímos en Buenos Aires con reserva de hotel para 3 noches. El resto, a lo que saliera.

Nos despertamos esa mañana del 7 de agosto, eufóricos, felices, excitados por la novedad y sorprendidos porque pese a la lejanía, nos sentíamos tan en casa.

Desayunamos en el hotel. Claro, como el desayuno está incluido en el precio, es obligatorio ponerse hasta el culo, haya hambre o no haya hambre. Eso es lo de menos.

Dicho y hecho. Hasta las trancas de tostadas con mermelada de durazno, tostadas con mermelada de damasco, tostadas con dulce de leche, tostadas con jamón york, tostadas con tostadas… más zumo de naranja, zumo de piña, zumo de vaca con café…

Vámonos a descubrir mundo! Y fuimos.

Ese día fuimos hacia Recoleta. Nos habían dicho que era un barrio muy bonito (evidente, vive la gente bien, ¿cómo no va a estar bonito?... hay que ver…).

Desde nuestro hotel, cerca del Obelisco, nos fuimos en el Tren de San Fernando (un ratito a pie y el otro andando) hacia Recoleta, plano en mano, cámara en bolsillo con cremallera (para evitar a los amantes de lo ajeno) y mochila a la espalda (yo no salgo sin mi Kit de Supervivencia).

Andamos, andamos, andamos, andamos, andamos…

Vimos un mercadillo en la plaza de Francia, creo que era… tal vez me equivoque de nombre, no lo recuerdo.

Exploramos el mercadillo, caminamos entre la gente, nos mezclamos entre los transeúntes… Era tarde, más de las dos de la tarde. Sí, habíamos desayunado a dos carrillos, pero sí, lo habíamos hecho muy temprano, y con lo que habíamos andado, ya estaban todas las calorías más que quemadas (estarían ya chamuscadas a mi parecer).

¿Dónde comemos? ¿Dónde hay un restaurante aquí?

Pese a que teníamos justo al lado una avenida pequeña llena de restaurantes y con un multi-cine delante, no nos habíamos percatado de ello, por lo que corríamos el grave riesgo de fenecer de inanición (o sea, empezar a comernos los mocos para tener algo que echarnos a la boca).

Vimos una pareja con un niño de unos 7 u 8 años… ¿les preguntamos? Y lo hicimos.

- Disculpen, ¿hay algún restaurante por aquí cerca?
- Sí… ¿españoles?
- Sí- gran sonrisa nuestra, gran sonrisa suya-, estamos de vacaciones acá.
- Oh! Bárbaro!!! ¿De dónde son?
- De Barcelona.
- Yo estuve una vez en el Puerto de Barcelona, qué espectaculaaaaaaaaar, me encantó…

Empezamos a hablar. Nos oyeron hablar dos palabras en catalán entre nosotros, y nos pidieron que les dijéramos cosas en catalán, que les sonaba re-lindo, que no entendían nada, pero que les parecía de lo más interesante que habláramos dos idiomas madres.

Que si esto, que si lo otro, que tal que cual Pascual…

Nos recomendaron el restaurante (La Caballeriza), nos recomendaron el vino (Malbec), nos recomendaron ver una película (Elsa&Fred), nos recomendaron la comida (bife de chorizo y asado de tira)… Y acabaron dándonos su e-mail (y nosotros les dimos los nuestros), diciéndonos que les escribiéramos desde un Locutorio para irles contando que tal nuestra aventura por Argentina.

Eran ya las tres o las tres y algo. Una hora en plena calle hablando con una pareja y su hijo, a los que acabábamos de conocer por haberles preguntado por algún restaurante de la zona. Me encantaba.

Nos despedimos con besos y pseudo-abrazos, nos recordaron que les escribiéramos y nos quedamos con una sonrisa estúpida en la cara como de niño al que los Reyes le han traído ese juguete tan ansiado.

La Caballeriza.

Bife de chorizo, asado de tira, malbec.
Diosssssssssssss, en mi vida he comido una carne tan rebuena!

Yo soy de comer poco, por naturaleza y desde pequeña, pero en Argentina, comía como una auténtica cerda, y tenía un hambre constante y voraz. MMM alucinaba en colores.

Salimos felices, contentos por la experiencia y por el vino. Los camareros en el restaurante eran un encanto. Toda la gente con la que habíamos tenido contacto había sido de lo más amable, algo a lo que no estábamos acostumbrados (desgraciadamente).

Nos dirigimos hacia el mercadillo otra vez.

Suena una guitarra eléctrica. Una batería. Parece que un bajo. ¿Música en directo? Sí. En plena plaza, en el césped, el INDIO CHAMÁN POWER TRÍO.

Qué buenos eran! Nos quedamos escuchándoles cerca de una hora y algo. Hasta que empezó a oscurecer.

Preguntamos a un hombre acompañado de su mujer dónde podíamos tomar un colectivo que nos llevara hacia el hotel.

- ¿Españoles?
- Sí –sonrisa-.
- ¿De dónde?
- De Barcelona.
- Ooooooh, me encanta Barcelona!! He estado algunas veces!! Las Ramblas, qué bello lugar!!!

Y bla bla bla bla… Otro tanto charlando con ese hombre, encantador, que acabó dándonos una tarjeta suya para que fuéramos a ver no sé qué.

Volvimos a la zona del hotel. Cenamos donde la noche anterior. Como en el otro restaurante, la gente era atentísima y un encanto.

Decidimos hacer caso a Lucio y Tete (la pareja del mediodía) e ir a ver la película (elegimos el Cine Metro -creo que ése era el nombre… está cerca del Teatro-).

La película nos gustó, pero el cine era de los que a mí me gustan, era de esos cines añejos, de una sala o dos, con acomodador, con tríptico a la entrada… Fue fantástico…

No sacamos ni una sola foto, pero sacamos conversaciones fantásticas en mitad de la calle con gente que no conocíamos de nada. No nos guardamos ninguna foto, pero guardamos el recuerdo de esa sensación maravillosa de estar arropado por la gente, y nos quedó una bonita amistad que mantenemos a base de e-mails desde aquél 7 de agosto de 2005.

Nos acostamos. Nos aguardaba el día 8 de agosto…