Se estrena hoy un nuevo apartado: Cuentos Remasterizados...
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Caperucita Roja, Kape, como solían llamarle los amigos, era una jovencita de vida alegre, con una abuela que trabajaba como Streaper de la Tercera Edad en los festivales findesemaneros de la residencia de ancianos y con una madre preocupada por los devaneos de su hija.
La madre de Kape fue madre soltera en tiempos complicados para esa condición. No obstante, con su pluriempleo (dependienta de Todo a 100 por las mañanas y Sexadora de Pollos por las tardes) logró ir sacando adelante a su hijita.
Una tarde, la yaya de Kape llamó a su hija al móvil para pedirle que le prestara algo de sombra de ojos, unas pestañas postizas y el carmín color rojo fuego. Tenía actuación por la tarde a petición de unos compis de residencia que habían logrado hacer una colecta después de meses ahorrando de su pequeña pensión de jubilación el dinero que se gastaban en el poleo-menta de las 6 de la tarde.
La madre de Kape preparó un neceser de color dorado y con gran floripondio en la tapa y colocó dentro unas sombras de ojos negras y azules, la barra de labios rojo fuego, unas pestañas postizas y un par de condones (por si la yaya ligaba, que no le pegaran bichos, que a esas edades son muy malos), ah! sí, y una jarrita de miel.
-Kape, niña, llévale esto a la yaya, que esta tarde tiene trabajo y se le han acabado los potingues. Sobretodo, no te me entretengas por el camino, que ya te conozco y a la que te dicen dos linduras te me pones muy tonta y me pierdes los papeles.
-Que no maaaaaaaaaaama, que iré directamente a la residencia y no me entretengo. Además, tengo hora en la pelu para que me hagan las mechas y en la esteticién para depilarme las ingles.
Kape se vistió con sus vaqueros ajustados, sus bailarinas negras, su top negro con escote en V y su caperuza roja con una lengua de Rolling Stones estampada en la parte de atrás.
Se encaminó hacia la residencia de la yaya mientras iba entonando Welcome to the Jungle de los Guns’n’Roses y B.Y.O.B. de los SOAD.
Al doblar la esquina, estando Kape a medio camino de la residencia, apareció un lobo feroz al que todos llaman Wolfie.
Wolfie le preguntó a la chiquilla:
-¿Dónde vas con ese neceser tan fashion digno del Badulaque de Apu?
-¿Y tú, cómo puede ser que siendo un lobo hables?-contestó Kape con desfachatez.
Wolfie se quedó flasheado.
-Cosas de la ingeniería genética y los experimentos farmacéuticos… De todos modos, niña, ¿dónde vas tan contenta?
-Voy a llevarle a mi abuela una par de cosillas que necesita para el show de streaptease de la residencia que hace esta tarde.
-¿La residencia de ancianos ‘A la vejez, viruela’?
-Justamente ésa.
Wolfie pensó que no estaba demasiado lejos de dónde se hallaban. Se despidió de Kape, y se encaminó hacia el hogar de la 3ª Edad.
Un Policía Nacional del lugar, a quien solían llamar Madero, oyó la conversación, y conociendo los antecedentes policiales y penales de Wolfie, puso rumbo hacia la residencia con su moto.
Kape, desobedeciendo las instrucciones de su madre de no entretenerse por el camino, se paró en una cafetería a tomarse un irlandés, fue al centro comercial a comprarse un wonderbra y jugó un rato a la máquina tragaperras de un bar mientras se tomaba una mediana.
Finalmente, llegó a la residencia. Fue a la habitación de su abuela para llevarle los enseres que precisaba para su actuación, y al abrir la puerta, la encontró con la sábana tapada hasta las pestañas metida dentro de la cama.
-Yaya, ¿pero qué haces en la cama? ¿No tienes streaptease hoy?
-Ay, hijita, es que no me encuentro muy bien…
-Ya lo veo… no tienes demasiada buena cara… Yaya, ¿Cómo es que tienes tanto pelo? Vale que si no te depilo el bigote y las patillas pareces la Pantoja, pero joder, yaya, estás muy rara…
-Ay, niña, quita quita. Esto es cosa de Corporación Dermoestética, que fui para que me hicieran la depilación láser y no es la ganga que parece… a parte, estos pelajos, son para calentarte mejor al abrazarte en invierno.
-Aaaaaaah… pues vaya con los de Corporación Dermoestética… Pero yaya, ¿qué ojos más grandes tienes hoy, no??
-Calla calla, niña. Ayer tuve que ir al oftalmólogo a que me revisara las cataratas, y no sé qué me echó en las retinas que se me echan los párpados para atrás. Además, los ojos así, son para verte mejor.
-Joder con el médico de los ojos. Igualmente yaya, te veo los piños desmesuradamente enormes… ¿cómo es que hoy los tienes tan grandes?
-Ay, hija, es que mi compañera de cuarto y yo nos hemos confundido con los vasos donde ponemos la dentadura postiza por la noche. Mira, mira, acércate…
Kape se acercó a Wolfie para mirar la prominente y errónea dentadura postiza de la yaya, y… Aaaarf! Wolfie abrió sus fauces para fagocitar a Kape.
En ese instante, se abrió la puerta de la habitación y entró un celador de la residencia vestido de cazador (estaba haciendo un show con otros tres celadores al estilo Village People). El celador le hizo una llave de judo a Wolfie metiéndole la cabeza en su propio culo (o sea, dejándolo más o menos como una pescadilla, pero al revés). Al instante, apareció Madero pistola en mano, y esposó como pudo (dada la postura) a Wolfie, llevándoselo rodando a comisaría para la oportuna denuncia y posterior procesamiento del sujeto.
Kape se quedó prendada del celador que le había salvado la vida, pero a la vez estaba preocupada por su abuela, ya que si Wolfie estaba en su habitación, ¿dónde estaba la yaya?
El celador le informó de que su abuela estaba en su camerino, enfundándose el liguero de piel y practicando los últimos toques con el látigo antes de salir a escena, mientras esperaba ansiosa los potingues que debía llevarle Kape.
Nieta y abuela se reunieron, y la yaya ejecutó la mejor performance de streaptease de su vida, razón por la que un viejo millonario llamado Mr. Burns se prendó de ella y la pidió en matrimonio. La yaya dijo que de casarse nada, que prefería arrejuntada, que el amor no necesitaba papeles. La madre de Kape la hizo recapacitar y casarse, ya que Burns no tenía hijos y estaba bastante chocho, y era una vía para terminar con el pluriempleo de dependienta-sexadora.
La yaya y Burns se casaron y comieron puré de perdices (las dentaduras no daban para comerlas en otro formato).
La madre de Kape abrió una tienda de alta costura y dejó el pluriempleo.
Kape y el celador se enrollaron, fueron a los mejores conciertos de rock, fumaron petas, bebieron tequila y tiempo después decidieron formar una familia. Tuvieron quintillizos: 4 niños y 1 niña. En su primer Carnaval, los 4 niños se disfrazaron de Village People, y la niña de Caperucita Roja.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado…