Hoy, contra todo pronóstico, he ido a la playa.
No me gusta la playa. Bueno, la playa en sí, sí me gusta. No me gustan los diez mil millones de personas que hay a tu lado, echándote el aliento en el cogote a la que te das la vuelta. No me gusta tener que luchar a muerte por un jodido sitio para colocar la toalla. No me gusta tumbarme como un lagarto a la parrilla para castigar mi blanca piel mientras sudo como una cerda por el calor. No me gusta tener que vigilar que no me roben la bolsa si voy a bañarme. No me gusta ir a bañarme y salir desorientada del agua buscando inútilmente mi sitio y desesperándome porque no veo un pijo (miope que es una).
No, no me gusta ir a la playa.
Me gusta ir a la playa en que haya solo cuatro gatos que están tranquilamente tumbados, o leyendo o cualquier otra cosa que no perturbe mi tranquilidad. Me gusta poder levantarme tranquila para nadar en el mar sin que tenga que temer por si me joden las llaves del coche, los 10 jeuros que llevo encima, la toalla y las bragas.
Me gusta la playa, me gusta el mar. No me gusta la marabunta humana de rebaños de ovejas idiotizados que juegan a palas en mi oreja echándome arena encima cada dos por tres.
Pues bien, como decía, hoy he ido a la playa. ¿Por qué? Pues por estética.
Después de los días que pasé cuidando la casa de mi amigo SAM, y ver que si tomas el sol con moderación (y más en mi caso que suelo tomar más la luna) cada día, adquieres un sano tono dorado (bueno, en mi caso no llega a dorado, pero yo me lo noto), he pensado: ‘si siguiera así, tomando algo el sol, podría llegar a descubrir nuevas tonalidades de mi piel…’. Y me he puesto a ello.
He llegado a una playa estupenda. Nada concurrida, no demasiado lejos, con viento para que no pases calor… Problema: la bandera amarilla. Y, ¿por qué había bandera amarilla?
¿Oleaje? NO.
¿Medusas? NO.
¿Mar de fondo? NO.
¿Mierda? SIP. Y cuando digo mierda, es MIERDA, en mayúsculas.
A parte de botellas de pvc varias, colillas, plásticos flotantes, hojas de árbol, etc., lo más mejor de todo, lo más maravilloso, lo que te puede llevar al clímax arcadil es… brrrrrrrrrrrr brrrrrrrrrr brrrrrrrrrrr (redoble de tambores):
UNA RATA MUERTAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
Señoras y señores, paaaaaaasen y veaaaaaaaaaaaaaan, la increíble fauna marina mutanteeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!!!!!!!!!!!!!
Allí, en la orillita, mojadita ella, muertecita, asquerosita, algo hinchadita… una rata. Es lo más fashion que encontrarse en la playa.
¿Para qué encontrarte gaviotas que intentan comer peces?
¿Para qué encontrarte medusas que nadan tranquilas mientras esperan para picarte mientras suena la banda sonora de Tiburón?
¿Para qué encontrarte palomas que te miran con ojos de pena para que les eches un par de migas de pan?
¿Para qué encontrarte pececillos que juegan en el mar?
Para qué todo eso cuando puedes tener a tu alcance una rata muerta…!!