Sentada en la terraza de un bar con una amiga a la que no tengo el placer de conocer, charlando de mil cosas mientras tomaba un vodka con limón, he visto que en la mesa de detrás de mí del mismo bar estaba Jon Bon Jovi tomándose una birra bien fresquita y mirando la gente pasar.
He comentado con mi amiga que Jon aún se conserva más que bien para la edad que tiene, y mientras decía eso se me ha ocurrido ir a saludarle por aquello de recordar los años mozos en los que yo era superfandelamuerte.
Ni corta ni perezosa le he pedido a mi amiga que me excusara (comprensiva ella ante la magnitud del evento), he tomado mi vodka con la mano derecha, mi bolso con la izquierda y me he dirigido a la mesa de Jon.
Una vez allí, he puesto en práctica mi inglés estupendo de First Certificate con magnífico american accent (que es lo que tocaba) y le he preguntado si podía sentarme. Él, como no podía ser de otra manera, ha accedido. Muy majo el chaval.
Hemos empezado una animosa charla en la que le he hecho saber que se conserva estupendamente, que al natural es más guapo y que era una lástima conocerle ahora con 32 (vertiginosamente, casi 33) y no con 18, que era cuando yo era superfandelamuerte. Tras agradecimientos, halagos mutuos y buena conversación (en inglés, clarostá, como ya comentaba antes), no me ha quedado más remedio que contestar a sus preguntas después de tanta insistencia. No he podido mentirle (que a una estrella de la música nunquita jamás se le miente) y le he confesado que sus últimos trabajos no eran santo de mi devoción (saint of my devotion, tal y como le he dicho, y que le ha hecho mucha gracia) y que, en mi humilde opinión debía volver un poco a sus raíces y al toque del álbum del ‘92 aprox.
Justo en ese momento en que estábamos animosamente charlando de temas musicales de importancia (como por ejemplo, el exitazo de Rodolfo Chikilicuatre, del que él es gran fan como yo), ha asomado por allí Mª Teresa Fernández de la Vega vestida de Prada y hecha un basilisco. Sus ojos destilaban ira, ira que iba única y exclusivamente dirigida hacia mí. Yo, no entendía nada.
Parece ser que la mujer llevaba rato en otra mesa tomando un mosto, y estaba dubitante sobre si saludar al Sr. Bon Jovi o no. Y con tanta duda, yo me había adelantado, cosa que parece que la ha puesto de lo más celosa.
He intentado explicarle que no estaba ligando con Jon, y que si era cuestión de Estado, que me iba a mi mesa de ser preciso, pero que si era un tema personal de ella, me parecía de muy mala educación interrumpir una conversación ajena haciendo valer su posición política.
Para mi sorpresa, Jon asentía y Mª Teresa entendía mi inglés perfectamente.
La mujer se ha pillado un puteo de tres pares de cojones y tanto si sí como si no, ha cogido una silla y se ha sentado en la mesa con Jon y conmigo.
Acto seguido han llegado unos gorilas que me han pedido que me levantara y que les dejara mi bolso un momento. De espaldas a mis dos contertulios de terraza, los guardaespaldas me han cacheado y han revisado el contenido de mi mochila. Mientras, me ha parecido ver por el rabillo del ojo que era la propia Mª Teresa la que cacheaba a Jon Bon Jovi (llámala tonta). Finalmente, he podido sentarme de nuevo y seguir tomando mi vodka con limón.
A los tres sorbos, he empezado a sentirme pesada, soñolienta, débil. Jon, preocupado por mi bienestar, me ha preguntado si me pasaba algo, y yo le he contestado que me sentía rara. Mª Teresa me ha mirado de lado mientras sonreía maliciosamente, y entonces lo he comprendido…
- Me has drogado!!!!!! Eso es abuso de poder!!!!
Desde ese momento, solo recuerdo despertarme en un portal de un edificio viejo y oscuro, y sin comprender cómo leches había llegado allí.
- Será jodida la MariTere!! Me ha drogado y eso va en contra de los derechos humanos y de la dignidad de la persona!!! Eso es anticonstitucional!! Dime tú dónde pone en la Constitución que se podrá drogar a una ciudadana española caso de querer monopolizar una conversación con Jon Bon Jovi en la terraza de un bar!!! –me he dicho a mí misma atónita y aún algo mareada.
Me he dirigido a una comisaría después de llamar a mi Effie (que estaba en las alturas en plena fiesta) para que viniera a buscarme, he puesto una denuncia por maltrato a los animales y acto seguido he empezado a redactar un Recurso de Amparo por vulneración de derechos fundamentales (en concreto, vulneración del Art. 54.2.bis CE ‘78, que garantiza el derecho de todo español a no ser perturbado en el ejercicio de su libertad de tomarse una copa con Jon Bon Jovi).
Hay que joderse.
… Después, ha sonado el despertador y me he ido a la ducha. Estoy a la espera de que me llegue la citación a juicio por la denuncia interpuesta y la resolución del Recurso de Amparo.
(Nota: talmente así estaba sentadito Jon, y talmente así me miraba MariTere... igualicos que en la foto...).