KNOCK KNOCK KNOCK!!!

Adelante... pasa... como si estuvieras en tu casa...

10.3.08

Jon, Tere y yo: un trío imposible

Sentada en la terraza de un bar con una amiga a la que no tengo el placer de conocer, charlando de mil cosas mientras tomaba un vodka con limón, he visto que en la mesa de detrás de mí del mismo bar estaba Jon Bon Jovi tomándose una birra bien fresquita y mirando la gente pasar.

He comentado con mi amiga que Jon aún se conserva más que bien para la edad que tiene, y mientras decía eso se me ha ocurrido ir a saludarle por aquello de recordar los años mozos en los que yo era superfandelamuerte.

Ni corta ni perezosa le he pedido a mi amiga que me excusara (comprensiva ella ante la magnitud del evento), he tomado mi vodka con la mano derecha, mi bolso con la izquierda y me he dirigido a la mesa de Jon.

Una vez allí, he puesto en práctica mi inglés estupendo de First Certificate con magnífico american accent (que es lo que tocaba) y le he preguntado si podía sentarme. Él, como no podía ser de otra manera, ha accedido. Muy majo el chaval.

Hemos empezado una animosa charla en la que le he hecho saber que se conserva estupendamente, que al natural es más guapo y que era una lástima conocerle ahora con 32 (vertiginosamente, casi 33) y no con 18, que era cuando yo era superfandelamuerte. Tras agradecimientos, halagos mutuos y buena conversación (en inglés, clarostá, como ya comentaba antes), no me ha quedado más remedio que contestar a sus preguntas después de tanta insistencia. No he podido mentirle (que a una estrella de la música nunquita jamás se le miente) y le he confesado que sus últimos trabajos no eran santo de mi devoción (saint of my devotion, tal y como le he dicho, y que le ha hecho mucha gracia) y que, en mi humilde opinión debía volver un poco a sus raíces y al toque del álbum del ‘92 aprox.

Justo en ese momento en que estábamos animosamente charlando de temas musicales de importancia (como por ejemplo, el exitazo de Rodolfo Chikilicuatre, del que él es gran fan como yo), ha asomado por allí Mª Teresa Fernández de la Vega vestida de Prada y hecha un basilisco. Sus ojos destilaban ira, ira que iba única y exclusivamente dirigida hacia mí. Yo, no entendía nada.

Parece ser que la mujer llevaba rato en otra mesa tomando un mosto, y estaba dubitante sobre si saludar al Sr. Bon Jovi o no. Y con tanta duda, yo me había adelantado, cosa que parece que la ha puesto de lo más celosa.

He intentado explicarle que no estaba ligando con Jon, y que si era cuestión de Estado, que me iba a mi mesa de ser preciso, pero que si era un tema personal de ella, me parecía de muy mala educación interrumpir una conversación ajena haciendo valer su posición política.

Para mi sorpresa, Jon asentía y Mª Teresa entendía mi inglés perfectamente.

La mujer se ha pillado un puteo de tres pares de cojones y tanto si sí como si no, ha cogido una silla y se ha sentado en la mesa con Jon y conmigo.

Acto seguido han llegado unos gorilas que me han pedido que me levantara y que les dejara mi bolso un momento. De espaldas a mis dos contertulios de terraza, los guardaespaldas me han cacheado y han revisado el contenido de mi mochila. Mientras, me ha parecido ver por el rabillo del ojo que era la propia Mª Teresa la que cacheaba a Jon Bon Jovi (llámala tonta). Finalmente, he podido sentarme de nuevo y seguir tomando mi vodka con limón.

A los tres sorbos, he empezado a sentirme pesada, soñolienta, débil. Jon, preocupado por mi bienestar, me ha preguntado si me pasaba algo, y yo le he contestado que me sentía rara. Mª Teresa me ha mirado de lado mientras sonreía maliciosamente, y entonces lo he comprendido…

- Me has drogado!!!!!! Eso es abuso de poder!!!!

Desde ese momento, solo recuerdo despertarme en un portal de un edificio viejo y oscuro, y sin comprender cómo leches había llegado allí.

- Será jodida la MariTere!! Me ha drogado y eso va en contra de los derechos humanos y de la dignidad de la persona!!! Eso es anticonstitucional!! Dime tú dónde pone en la Constitución que se podrá drogar a una ciudadana española caso de querer monopolizar una conversación con Jon Bon Jovi en la terraza de un bar!!! –me he dicho a mí misma atónita y aún algo mareada.

Me he dirigido a una comisaría después de llamar a mi Effie (que estaba en las alturas en plena fiesta) para que viniera a buscarme, he puesto una denuncia por maltrato a los animales y acto seguido he empezado a redactar un Recurso de Amparo por vulneración de derechos fundamentales (en concreto, vulneración del Art. 54.2.bis CE ‘78, que garantiza el derecho de todo español a no ser perturbado en el ejercicio de su libertad de tomarse una copa con Jon Bon Jovi).

Hay que joderse.

… Después, ha sonado el despertador y me he ido a la ducha. Estoy a la espera de que me llegue la citación a juicio por la denuncia interpuesta y la resolución del Recurso de Amparo.

(Nota: talmente así estaba sentadito Jon, y talmente así me miraba MariTere... igualicos que en la foto...).

3.3.08

Las tetas de la vecina de enfrente

Al hilo de un comentario en el blog del Sr. Edmundo Mantel, me acordé de mi vecina, la de las tetas.

Yo no tengo terraza en mi casa, pero sí un balcón de dimensiones bastante correctas, con una yuca enorme y unas cuantas plantas que quedan de lo más lindas. Una incluso ha sacado flores cuando yo creía que era toda verde. Cosas de la botánica.

Un día cualquiera, tras oír un croinch, ploc, eeeh eeeeh cabrón, ¿cabrón qué? Cabrón tú, hijoputaaaaa, salí al balcón armada con unos prismáticos, como si fuera una superheroina en auxilio de los más necesitados. Dos tipos se peleaban en la calle porque uno había chocado con el coche del otro al intentar sacar el suyo aparcado. Lejos del morbo que se supone que tendría el observar una pelea ajena, presté atención a través de los anteojos con el solo fin de poder ser útil a la comunidad y ser una buena ciudadana, documentándome por si era precisa mi declaración como testigo en un eventual procedimiento judicial incoado a causa de la disputa.

Enfrascada en tomar notas sobre quién había chocado con quién, en qué interjecciones verbales se habían vertido, en hacer un croquis del accidente y todas esas cosas que cualquier buen ciudadano haría, mi visión periférica notó que algo se movía arriba a la derecha. Era una vecina del bloque de enfrente, de dos o tres pisos más arriba que el mío. Una mujer algo rara y con el pelo crepado a lo Bruja Lola, o sea, de loca.

Estando ya los binoculares pegados a mis cuencas como si de un apéndice natural se tratara, me di la vuelta hacia el movimiento percibido. A través de los cristales, se reveló una imagen atípica: la vecina estaba en top-less, saltando y bamboleando sus tetas al ritmo imaginario de no sé qué canción y enseñándomelas a mí.

Pensé que se había equivocado, pero no, no. Me enseñaba las tetas, a mí, a la vez que saltaba o algo parecido. Dejé los prismáticos en el suelo. Entré rauda dentro de casa en busca de mi pizarra de tiza. Tomé una tiza y escribí: HOLA VECINA. ME PRESENTO: SOY TU VECINA DE ENFRENTE, SOY UNA MUJER, NO HAGO BOLLOS (POR EL MOMENTO Y QUE YO SEPA)... ¿POR QUÉ COÑO ME ENSEÑAS LAS TETAS?

Salí de nuevo, sujeté los prismáticos con una mano y con la otra levanté la pizarra y observé la reacción.

Durante unos segundos, que parecían ser los que la vecina se tomaba en leer mi sms del pleistoceno, se paró y dejó sus tetas quietas y tranquilas.

Cuando pareció haber terminado, la mujer siguió brincando y agitando sus largas tetas otra vez.

Pensé que la vida era injusta y tenía muy mala leche, porque era una lástima que esto no le estuviera pasando al desgraciado del vecino del ático (siempre pensé que un buen polvo le desamargaría el carácter neurótico que tenía).

Al ver que el bote-bote tetil no paraba, dejé los anteojos en el suelo de nuevo, borré la pizarra, tomé otra vez la tiza y escribí: ENSÉÑALE LAS TETAS AL DEL ÁTICO, TE LO AGRADECERÁ… MUCHÍSIMO MÁS QUE YO, Y ÉL SABRÁ APRECIARLO. A MÍ, MAYORMENTE, ME DA BASTANTE IGUAL.

Miré por los prismáticos mientras sujetaba la pizarra con el mensaje.

La vecina siguió con el bamboleo de sus tetas, pero pasados unos segundos paró. Borré y escribí: MUCHAS GRACIAS.

No supe nada más de sus tetas, afortunadamente.

Al cabo de unos meses, al entrar en casa cargada con las bolsas del super, oí unos jadeos cerca de dónde los buzones. Los buzones están situados justo antes de los ascensores, donde hay un pequeño rincón que, en caso de necesidad (extrema necesidad), puede usarse como lugar de intimidad de urgencia.

A medida que me acercaba al ascensor, los jadeos se hacían más cercanos y más audibles. Cuando pasé por el íntimo rincón, por el rabillo del ojo lo vi. Reconocí esas tetas. Era la vecina de enfrente con el tipejo del ático.

Desde entonces, el del ático siempre me dice buenos días con una sonrisa en los labios, me aguanta la puerta si voy cargada y ya no emite esos desagradables gruñiditos…