KNOCK KNOCK KNOCK!!!

Adelante... pasa... como si estuvieras en tu casa...

16.2.09

Hijo de la gran... Francia!

Hoy se ha equivocado el francés. No era su día, y mucho menos el mío. Y menos para chulearme a mí. Ha elegido un mal momento. Advierto desde YA que este post contiene exabruptos e improperios. No me lo tengas en cuenta, culpa a la ira.

Rebobinemos.

13’35 h. aprox., del 16 de febrero de 2009. Por una de esas extrañas razones, llego pronto (relativamente pronto) de trabajar para comer.

Debido a causas familiares (de las que no tengo ganas de hablar, y con las que no voy a extenderme), el coche se aparca en una plaza reservada para minusválido, con cartel de matrícula, etc, etc. O sea, aparca ESE coche, y punto.

Cuando doblo la esquina, veo que en la plaza hay un coche con matrícula francesa (que no es el titular, porque el coche titular lo estoy conduciendo yo y, que yo sepa, nunca en mi familia hemos sido franceses), y atisbo una cabeza en el lugar del conductor. Me detengo al lado (como tantas otras veces) y le hago gesto de: “ahí va este coche, gracias” (muy educadita yo y con una agradable sonrisa). Asiente. Hago marcha atrás para que pueda salir con comodidad, dejándole espacio para maniobrar. Espero. Espero. Espero. Espero. Espero. Espero. Espero. Espero. Espero. Espero. No pone el coche en marcha. Espero. Espero. Espero. Espero. Espero. Se me hinchan los cojones de esperar. Vuelvo a situarme a su lado, y repito el gesto: EH! AHÍ VA ESTE COCHE (sin sonrisa).

Espero. Espero. Espero. Espero. Arranca y se desplaza al otro lado de la calle, encima de la acera (ole sus cojones! Se jodan los peatones!!).

Hago mi maniobra (perfecta). Aparco. Detengo motor, blablablabla. Salgo del coche para doblar los retrovisores. El conductor del coche gabacho saca medio cuerpo fuera, me mira de arriba abajo y gesticula (y no me ha sentado ni un pelito bien cómo gesticulaba).

Cagonlalechequetandao, gabacho los cojones… No me toques la pepitillaaaa…

Gesticula pelín más y cierra la puerta de su coche quedándose dentro mientras movía la cabeza de lado a lado.

Partamos de la base de que no tengo por qué darle ninguna explicación de por qué esa plaza de aparcamiento está reservada, ni tengo que relatarle las causas que llevan a esa situación (tanto si atañen a mi persona como si no), y por supuesto no tengo por qué contarle nada de mi vida, ni qué cené ayer, ni si me han dado por saco en el trabajo o no.

Lo único que tiene que saber el hijo de la gran Francia es que hay una plaza vinculada en EXCLUSIVA a un vehículo con una determinada matrícula. Todo lo que excede de esa información, tiene que traérsela al pairo. Entonces… ¿por qué coño sacas medio cuerpo, gesticulas, dices algo que no oigo dada la distancia, y te encierras de nuevo cagándote en el pâté, el foie, el Eau Jeunne y las crêpes?

Ni corta ni perezosa, me ha sentado tan como el culísimo los gestos que hacía, que me he ido hasta su coche. Como fuere que el asiento del conductor daba a la calzada (y empezaban a bajar coches) y que yo le tengo aprecio a mi vida (mucho, de hecho), me he situado en la acera, lado copiloto, donde estaba sentada una mujer (supongo que francesa también, y desconozco si era su hermana, su mujer, su amante, una puta que ha recogido en la carretera o lo que fuera… y me daba muy igual).

Me agacho y con el índice doblado llamo a la ventanilla del copiloto, y no de forma suave, precisamente. Me mira la acompañanta. Le digo que baje la ventanilla.

- Oye, perdona, ¿qué me estabas diciendo? (mirando al conductor)
- Mffff mffffffff mfffffff.
- No, no, perdona. Dime AHORA lo que me estabas diciendo desde lejos.
- Mfffff mfffffffff… pâté… mmmffff mfffffffff… foie… mffff mffffffff
- ¿¿Has visto el cartel?? Bien. ¿Has mirado la matrícula del coche? Pues ya sabes. Esa plaza está reservada, ¿estamos?
- Mfffff mffffffff… pâté… mffffffff… eau jeunne... mfffff… no espagnol… tradusión… je no espagnol, tradusión.

(en este momento hubiera podido decir: “excuse, je ne parle pas français”, y acto seguido preguntar “Do you speak English?”. ¡Pero no me ha salido de los cojones, mira por dónde! Y eso que yo soy de las que ayuda a los guiris, la que abre las puertas a las señoras mayores, etc… vamos, una persona normal… pero fíjate, no me ha salido de los huevos. Je no espagnol, pero para cagarte en mis muelas vale cualquier idioma, ¿no? Pues no chato, no, o todos moros, o todos cristianos… si te puedes cagar en mis antepasados en francés, puedes escuchar lo que te tengo que decir en castellano, que seguro que con mi carita lo entiendes la mar de bien, soplapollas).

Y le digo…

- ¿Tradusión? No, guapo, no. Has venido aquí y has sido el que ha salido del coche para decirme algo de lejos. No tengo por qué hablarte ni en francés ni en ningún otro idioma, me hablas tú en castellano o en catalán y si no sabes, te aguantas, chato. Haber pensado antes de hablar.
- Mmmmffff… pâté (decía flojito).
- ¿Cómo? (en tono firme y cara de mala leche)
- Pâté (más flojito)
- MATRÍCULA-CARTEL-COCHE. ¿ESTAMOS?
- Mffffff
- ¿ESTAMOS?
- Mfffff
- Pues que te quede clarito, y menos quejarte que no tienes razón. Y el próximo día, chulo-putas, cuando tengas que decirme algo, me lo dices a la cara y no de lejos, sin rajarte, ¿ESTAMOS?
- Mffff
- Hala, a cascarla.

Me ha parecido oír de lejos en voz temblorosa algún que otro “soufflé… foie… eau jeunne, lulú oui c’est moi”, pero tenía hambre y quería llegar a mi casa.

Le den por culo al gabacho los cojones, a Sarkozy y a Carla Bruni!!!… chulearme a mí en un día de estrés… habráse visto…

¿Tenía o no tenía razón yo?

13.2.09

¡Quietoooooooooooooooooosssssssss!

Vale. Stop. Punto. Stop. Quieto todo el mundo!!!!!!!!

Hoy he llegado al cúmulo del esperpento, o del surrealismo, o dile cómo quieras.

Por la tarde. Trabajo de despacho. Ritmo frenético. Todo dios llamando, todo dios queriendo llegar a un acuerdo para AYER, todo dios pidiendo que controle blablablabla. Cojo el teléfono (el de la línea de llamar, que tiene las llamadas incluidas con el adsl) y me pongo a hablar con una abogada. Mientras tanto, suena la línea que tengo para recibir llamadas. Me pongo el auricular en la otra oreja operativa y digo un rápido "un momento, por favor" y pulso la tecla MUTE (de silencio). Al cabo de unos segundos suena el móvil, descuelgo, "un momento, estoy al fijo" (me dicen: sí, es que he llamado y comunicabas), "perdona, tengo las dos líneas ocupadas" (pues si comunico, lo pruebas más tarde, cabrón). Tres segundos después, piiiiiiiiiiiiiii prrrrr piiii pip pip pip!, un fax entrante. Pantalla del pc: "nuevo mail, aceptar o enviar a la carpeta de SPAM".

MECAGONDIOSSSSS! Calma!! Todos firmes, jostias!!!!!!!!

Si supiera, podría haber escrito un mail con los pies mientras cogía el fax con el culo, aguantaba un teléfono con una mano, el otro con la otra mano y ponía el manos libres del móvil con la nariz. Pero como no soy habilidosa y no sé hacer juegos de manos, me he limitado a acabar de atender la llamada que había hecho yo, decir al del móvil que lo llamaba en 5 minutos, recuperar la llamada que tenía en espera en el otro teléfono mientras cogía el fax para confirmar que había recibido el acuerdo para el que me llamaba el que estaba en espera, y darle a la tecla "aceptar mail" con el dedo pequeño de la mano derecha bajando la cabeza hasta el teclado.

He dejado el fax en la bandeja de diario, he descolgado el teléfono de llamar, he descolgado el teléfono de recibir llamadas, he puesto el móvil en silencio, he cerrado el fax y he apagado la pantalla del ordenador... Los próximos 40 segundos son míos. Única y exclusivamente míos. He de enviar a la mierda mentalmente a mucha gente (agradeciéndoles, por otra parte, que me llamen, ya que me dan de comer) y respirar hondo.

Estos son MIS 40 segundos.

Ya está. Pasados los 40 segundos: A LA MIERDAAAAA!!!!!!!!!, he dicho en voz alta y contundente.

He puesto en marcha la pantalla del ordenador, he puesto el móvil otra vez para que suene, he colgado el teléfono de llamar y el de recibir llamadas, he encendido el fax multifunción y he dibujado un círculo con la cabeza poco a poco haciendo crujir las cervicales.

Vale, ahora ya me podéis volver a dar por el saco.

Voy a cortarme el pelo. Decidido.