Ya he dejado de ser un puto mito para ser una jodida leyenda.
He visto que en mi barrio están construyendo una especie de tributo en vida con una estatua de bronce que reproduce a una servidora a tamaño real. Los turistas se hacen fotos al lado de la réplica, como quien se las hace al lado del Manneken Pis, y piden deseos lanzando una moneda de espaldas. Su deseo jamás se cumplirá, porque es bien sabido que los deseos pedidos a estatuas sólo se cumplen lago mediante, y en mi caso, lo que hay a los pies de mi estatua es un enorme portátil también de bronce, pero no un laguito con agua (que ya sabemos que el tema del agua está jodido). Un escándalo las monedas rebotando en el bronce en sonoros cling, cling, cling. Y las palomas, puteadas, porque en lugar de mendrugos de pan que llevarse al pico, sólo encuentran monedas de dos y cinco céntimos (que dicho sea de paso, qué mierda de ofrenda por un deseo, ¿no?... La gente es muy agarrada…).
KNOCK KNOCK KNOCK!!!
22.4.08
Soy leyenda
Bla bla bla hecho por Akroon sobre las 18:03
39 ideas acerca de esto o de cualquier otra cosa
Etiquetas:
Momentos Inolvidables,
Música,
Soy asín
9.4.08
Escupir desde el coche
Sin embargo, y pese a que no esté reconocido como disciplina olímpica, el lanzar escupitajos es algo bastante común y que en ciertos ambientes refleja el orden de situación del macho en la manada: cuanto más lejos lo lance, más arriba está en la pirámide de poder.
Llegados a este punto, viendo lo que vi el domingo por la noche, solo me queda decir que HE VISTO AL MÁS PRINGAO DE LOS MACHOS DE LA MANADA.
Se puede ser soez y asqueroso, pero indudablemente hay una técnica detrás del concurso de lapos: arqueamiento de espalda, empuje del escupitajo, soplamiento a gran velocidad…
Los hombres evolucionados prescinden de escalafones sociales en cuanto a manada. Los menos evolucionados, suelen usar metáforas de lo que en su momento hicieran los homínidos para establecer la jerarquía del jefe de manada, cambiando la somanta palos con huesos de mamut hasta dejar al aspirante tieso, por inmenso escupitajo lanzado a gran velocidad a una distancia razonable.
Pues bien, como decía antes, el domingo por la noche vi al más pringao de la manada.
Estando sumida en un embotellamiento de órdago en la autopista, situada en el carril izquierdo y mientras los vehículos se hallaban en parada técnica, tres coches por delante de mí y en el carril de la derecha había un conductor agarrado al volante de su Peugeot 407. Pelo cano, camisa lisa, gafas seguramente con cristales progresivos, aspecto cuidado y porte aparentemente señorial.
De pronto, abre la puerta del coche e inclina su cabeza. Me pareció que trataba de ver algo en el suelo. Se balanceaba ligeramente hacia delante cuando de pronto, slurrrrrrrrrrp, soltó un lapo de campeonato federado internacional. Sin furia, sin rabia, sin ímpetu. Simplemente lo dejó caer acompañándolo con un ligero empuje de aire. Era evidente que ese tipo no era el macho dominante de la manada, pero que fuera el más pringao lo revelaría lo que vendría a continuación.
Sin pudor alguno, decidió observar su obra, supongo que para vanagloriarse de la criatura. Fue entonces cuando se percató: el pollo (criado a grano no transgénico, de ahí su tamaño) no había caído en el suelo como su creador había querido intentando disimular la falta de educación de soltarlo por la ventanilla –que todo el mundo sabe que sólo puede hacerse si el vehículo está en marcha-, o bien intentando que no le rompiera la cara el del coche de al lado viendo como se estampaba semejante regalo en su ventanilla del copiloto.
El pobre desgraciado era tan malo que lo había dejado caer justo en el jodido marco de la puerta. Eres el puto pringao de la manada, tío. Asúmelo, cuanto antes, y juega tu papel en la jerarquía establecida.
Sin embargo, él no se contentaba con su rol, él quería disimular a toda costa su condición de último escalafón. Y pensó rápido en una solución de emergencia. ¿Cuál? Muy sencillo: nada como empujar el lapo con el dedito índice para que caiga en el suelo.
Pero la naturaleza es sabia, y la selección natural es más fuerte que el individuo. Por esta razón y no otra, se le pegó el escupitajo al índice, colgando asquerosamente y revelando a todos los del embotellamiento que ése, justamente ése tipo, era el más imbécil de la manada, y por tanto, al que se debía linchar en caso de necesidad.
Tras un arduo esfuerzo, logró dejar caer en el suelo el motivo de su vergüenza, limpió su dedo en la tapicería, cerró la puerta y volvió a coger el volante, como quien no quiere la cosa, que aquí no ha pasado nada.
Pero pasaba: a ojos del mundo, de la naturaleza y de la teoría de la evolución, él era un cero a la izquierda en su comunidad.
Y tú, ¿en qué escalafón estás de la manada?
Y por cierto, te comunico que este es el post nº 100
Bla bla bla hecho por Akroon sobre las 00:53
49 ideas acerca de esto o de cualquier otra cosa
Etiquetas:
Jostias,
Personas raras,
Qué ascazo,
Sin interés alguno
