KNOCK KNOCK KNOCK!!!

Adelante... pasa... como si estuvieras en tu casa...

27.2.08

San Google les llevó hasta mi casa al buscar...

Me desmayo en la revisión ginecológica
Seguro que más de una te pedirá el teléfono de tu médico.

Definición de follar
Hay cosas que es mejor practicarlas que describirlas.

La Roma antigua follando
Y todos jadeando en latín y con coronas de laureles.

Te voy a dar una patada en todos los eso no pero esto sí
O sí o no: las cosas claras. Le das la patada o no se la das, pero no lo tengas con los huevos en vilo.

Follar se nace
¿Seguro que no se hace? Aunque de follar vienen nacimientos a veces, eso sí.

Chicas con faldas cortitas viéndose las bragas
¿Las unas a las otras? Si no hacen nada más, no le veo la gracia…

Blogs de ganchillo
Es lo más… que haya blogs dedicados al ganchillo. Necesito saber si hay imágenes de esos gorritos para el rollo de WC, tapetitos para los butacones orejeros, etc.

Mi usb no sale porq se esta usando la ltra f
Seguro que te instaló algo el mismo jodido informático que a mí. Cabrón (el informático, digo).

No vale si no follas
Como el pilla-pilla pero en lugar de gritar ¡PILLADO!, se grita ¡FOLLADO!
Pues oye… ¡CASA! ¡SALVADA!

Piano sado
Me estoy imaginando a Richard Clayderman en tanga de cuero y antifaz, pellizcándose los pezones…

Ataúdes de cáscara de avellana
Mi sueño de descanso eterno.

Alguien se ha follado a su tía incesto
Pobrecilla… mira que ir por la vida con ese nombre…

Ver sexo con folla
Vaya… y yo que creía que se podía ver con dvd, con monitor de pc o hasta incluso en directo, pero con folla

Broma marido disecado
Hombre, broma broma lo que se dice broma… Al marido no le va a hacer pizca de gracia que se le diseque, sea en broma o sea en serio.

Nombres de pájaros canarios famosos
Si son canarios, te recomiendo que le preguntes al Sr. Ingle o al Sr. Mantel, que seguro que están más versados en la materia ornitológica isleña.

Presidentes de uussaa
Yo te puedo ayudar con los de USA o con los de EEUU, pero con los de UUSSAA, no. Ese día falté a clase porque estaba malita.

Letra de caperucita de morfina
¿Es una amiga de Caperucita Roja de los bajos fondos que le lleva a su abuelita jaco en una cestita con un tarrito de miel para la infusión de marihuana?


Vuelve a a mi, vuelve vuelve, a mi ah, vuelve porque eres tu que me haces falta
Uooooo ooooooooooooooooooh!!

Pelotillas del culo
No las busques por internet. Fabrícalas tú mismo. Como la artesanía, no hay nada.

Qué color de lentillas podía usar con el color de mi piel
Unas de color amarillo limón fluorescente a rayas rosa fucsia. Te aseguro que tooooooooooodos te van a mirar.

Derecho de toda mujer a ver las piernas de un hombre
¡¡¡Sí señor!!!! ¡Ya era hora de que se reivindicara un derecho fundamental como este! Creo que uno de los puntos de los programas de todos los partidos políticos para las próximas elecciones es modificar la Constitución para añadirlo como un derecho fundamental inviolable.

Bideos de pajaros
Vueno, seguro que encuentras algo en el iutiup.

Uso y finalidad de la tijera de cocina
¿Cortar? Es lo que tienen las tijeras… ¿qué cosas, ¿eh?

Precios dentadura postiza
Depende de la cantidad de dientes que quieras que tenga. Contra más dientes, más cara. Si te conformas con la dentadura conejo (incisivos superiores e inferiores), sale tirada.

Montar a dos o a cuatro riendas
Vamos, un típico vis à vis o una orgía, para ser más claros.

Miopí­a fórmula
La suma de los cristales cuadrados es igual al cuadrado de la montura.

Campeonato de las pelotillas del culo
¿Ves? Si es que, ya veo que le has cogido el gustillo… Has empezado fabricándolas y acabas organizando campeonatos. ¿Hay modalidad federada?

Veo doble
Pues no bebas tanto.

Rhinospray alérgico
Así que ahora hay nebulizadores que en lugar de mitigar las alergias, las estimulan. ¡Qué cosas tiene el mundo de la farmacia!

Orientales comiéndose el chochito
¿Con palillos o sin palillos?

Ruego indicarme blog de Edmundo Pérez Yoma (si tiene)
Sí señor, a Google hay que hablarle con educación y sin exigencias.

Precios abejorros polinizadores
Un poquito más caros que los que no son polinizadores.

¿Qué prueba sale que eres virgen o no?
Si haces milagros, eres virgen.

Revisiones ginecológicas marranas
Que no, que no… al médico hay que ir aseada, si no, hay peligro de vómito.

Bolsos con abre fácil de cocacolas
Dime dónde están que les daré un meneo a todos los de la primera estantería… lo que me voy a reír cuando los abran…

Mega hipermétrope
Cegato de la hostia.

Qué es lo que causa las bolitas en los ojos con picor
Legañas añejas. Y si no es eso, da igual, qué ascazo, por dios.

Ver Buenos Aires ahora mismo
Ahora mismo, pero YA! No dentro de cinco minutos, no… ¡YA!
A ver si aprendemos de la educación del que buscaba el blog de Edmundo Pérez Yoma, por favor, si es que tenía.

La miro a los ojos se refleja ante mi letra de canción
A-lu-ci-na-cio-nes. Nadie puede reflejar en los ojos la letra entera de una canción… a no ser que sea Yoko Ono cantando JOHN…

Nepomuceno blogspot
El marido de la tía Facunda se ha abierto un blog…!!

Sillín consolador
Bienvenidos a Bricomanía… Hoy, algo fácil fácil, el sillín consolador. Necesitamos: una bicicleta vieja pero que no esté oxidada, una sierra para cortar acero y una lima metálica.

Britney Spears volvió a enseñar el culo
Eso no es ninguna novedad.

¿Superglue3 para ropa?
Claro, una búsqueda se hace en modo pregunta, eso lo primero. El superglue3 de la ropa se llama: aguja, hilo y dedal.

Nombre de cada diente del puerco
Diente del puerco de delante, diente del puerco del medio, diente del puerco de detrás. O bien, diente del puerco nº 1, diente del puerco nº 2, diente del puerco nº 3…

Y tú, ¿qué andabas buscando cuando caíste en mi salón?

22.2.08

Rufina: The beginning

Rufina nació en el seno de una familia adinerada sin problemas para llegar a fin de mes. La holgura de su billetera les permitía llevar los calcetines sin agujeros remendados, hacer canelones sin reciclar sobras de comida, no forrar los libros del colegio con aironfix y no tener que ahorrar agua prescindiendo de hacer tiramisú.

Todo iba viento en popa en esa época. Los padres de Rufina llegaron a comprarse un piso en la ciudad con piscina climatizada en el comedor y jacuzzi en la jardinera del balcón, y adoptaron por mascotas dos perros vegetarianos, un periquito amarillo con dermatitis y tres gatos pardos con estampado de cuadro de Gales.

Durante aquellos tiempos felices, los progenitores de Rufina solían copular muy a menudo, sin las extravagancias del sexo tántrico y sin tomar medidas preventivas.

De tanto cohabitar sus padres una noche tras otra, pasó lo que tenía que pasar. La mamá de Rufina comunicó a su marido (y padre de la futura criatura) que estaba preñada. El padre, repleto de gozo, corrió a comprarle a su esposa un bonito anillo de oro blanco coronado por un tremendo diamante en talla brillante con la inscripción ‘Me haces el hombre más feliz del mundo, amor mío. Espero que este retoño tenga tus ojos y tu sonrisa, y tenga mis sobacos y mis lóbulos de las orejas. Que este bebé colme nuestro amor coronándolo de la felicidad más absoluta. No solo te quiero sino que te adoro y beso el suelo que pisas. Tu amante esposo. Eulogio’. Todo ello escrito en Arial 0.000002 en la parte interior del anillo, que tenía aproximadamente 0.7 cm de ancho. Cada vez que Rufina miraba esa reliquia de familia necesitaba una lupa para leer la inscripción y tenía la sensación de que Gollum aparecería diciendo mi tessssssssssssssssooooooooooroooo.

A los nueve meses exactos, justo a la hora de comer, Rufina asomó la cabeza entre las piernas de su madre y rompió a llorar por primera vez, como pidiendo que le pusieran el primer plato. Así fue: de primero, teta. De segundo, teta. De postre, teta.

La bautizaron por todo lo alto: en una capilla situada a 1500 m sobre el nivel del mar.

Pero justamente en el momento en que la alegría de la familia se veía completada por la llegada de tan risueña niña, la desgracia se cernió sobre la casta de los Agorastegui en forma de tía Facunda.

La tía Facunda mandó al garete todo el patrimonio familiar a causa de su adicción al juego. Comenzó en lo de la ludopatía jugándose garbanzos al mus con las amigas de catequesis, y cuando llenó tres botes en una partida que duró hasta la madrugada, se animó creyendo que Santa Primitiva (patrona de los jugadores) la había tocado con la gracia de la fortuna en las apuestas.

Convencida de su designio divino de hacer el bien a través del juego ilegal, la tía Facunda cambió los garbanzos por monedas, después por billetes y más tarde por títulos de propiedad, pero la suerte es veleidosa y Facunda empezó a no ser tan afortunada como con los garbanzos. Perdió su casa del pueblo, el Supermirafiori, la zodiac del puerto y el apartamento de la playa. Jamás el mus había sido tan cruento.

A los dos meses del nacimiento de Rufina, su familia descubrió con gran asombro la ludopatía de la tía Facunda. Se gastaba cantidades indecentes de dinero en el bingo benéfico de la parroquia, en las tómbolas de los colegios de sus hijos/sobrinos/niños-que-no-conocía, en timbas ilegales de cinquillo, comprando boletos para los viajes de fin de carrera de universitarios… Y cada vez apostaba más y ganaba menos.

Nepomuceno, el marido de Facunda, acudió a la familia pidiendo auxilio. Pronto el patrimonio familiar se fue dilapidando en un frenesí de juego y borracheras de licor digestivo de hierbas y anís. La tía Facunda estaba irreconocible. Dejó de ir a misa, se quitó el pañuelo de la cabeza y lucía desvergonzada su pelo cano al viento enfundada en unos pantys tupidos de espuma de color negro con zapatillas planas gris marengo de cuadros.

Dejó de entonar las canciones de alabanza al Señor y de rezar el Angelus cada día a las 12, para volverse salvaje y cantar por Mari Trini, Jeannette y Mocedades a grito pelado por las calles mientras se arremangaba la falda dejando ver sus enaguas blancas y almidonadas.

Acabaron por vender todas las propiedades de la parentela y se quedaron todos juntos en una casa lo suficientemente grande como para albergar las rencillas familiares, los perros, el periquito y los gatos.

Pasó el tiempo y Rufina se convirtió en una muchachita de 2 años. Sus padres, que tenían que trabajar para alimentarla a ella, a sus hermanos, a sus primos, al tío Nepomuceno, a la tía Facunda, a los abuelos, a los perros, al periquito y a los gatos, le dijeron que urgía tener una charla de trascendental importancia.

- Hija, - dijo su padre en un tono triste y agorero- tu madre y yo estamos todo el día fuera de casa trabajando para mantener a esta jauría de holgazanes. Los abuelos confunden la leche con la lejía, los tíos están enajenados y es evidente que los perros, el periquito y los gatos no pueden cuidar de ti en nuestra ausencia. No podemos permitirnos una canguro ni una guardería privada, y no hay plazas para la subvencionada. Sólo nos queda mandarte a la Universidad pública, para que al menos estés allí entretenida y le saques provecho al tiempo. Por favor, hija, no vengas a pedirnos dinero para libros. Asiste a todas las clases y toma muchos apuntes, será tu única fuente de conocimientos. Si quieres, te sacas el carnet de la biblioteca, que creo que es gratuito. Nosotros te daremos quinientas pesetas a la semana para que desayunes y comas en la facultad, que para eso hay comedores de estudiantes… Si mamá puede, te vendrá a buscar a eso de las diez de la noche, que es cuando acaban las clases. Si no, toma un bus o que algún compañero o compañera te traiga a casa. Y si no, ven andando pero no te entretengas ni hables con extraños.

Rufina escuchaba a su padre y a la vez asentía. Comprendió, pese a su corta edad, que jamás tendría una infancia normal, pero eso no tenía por qué ser sinónimo de desgracia.

Se matriculó en la facultad y asistió a sus primeras clases. Se sentaba en primera fila, ataviada con un vestidito de cuadros vichy, una rebequita colorada de punto, unas merceditas rojas con hebillas plateadas y un clip con un lacito granate en el pelo. Cada mañana se levantaba pronto, se preparaba un par de rebanadas de pan con mermelada y se las llevaba a la universidad en una bolsita de tela con dibujos de ositos, gatitos y pollitos donde podía leerse ‘DESAYUNO’ escrito en diagonal, y así podía ahorrar algo de las 500 pesetas que le daban sus padres.

Paralelamente, buscó un trabajo compatible con su horario estudiantil. Trabajó de canguro, de profesora particular, de paseadora de perros, de sexadora de pollos… Y ahorraba todo cuanto podía de su sueldo y de la asignación de sus progenitores.

Abrió una cuenta en el banco de al lado de la facultad y depositaba sistemáticamente cada viernes a las doce del mediodía lo que economizaba de su sueldo y del estipendio para gastos.

Hizo amigos en la facultad con los que se iba a tomar colacao (no tenía edad para café) al bar del campus. Le pasaban los apuntes el día que tenía hora en el pediatra para las vacunas, y ella les pasaba los apuntes a ellos cuando tenían un lunes resacoso. Grandes compañeros entre sí. Quid pro quo.

A los 12 años Rufina se licenció. Podría haberlo hecho en menos tiempo, pero la escarlatina y el sarampión la retrasaron un poco en su ritmo, y en cierto momento perdió el interés y se preocupó más de vivir la vida que de estudiar.

Cuando se licenció, comprobó que tras años de ahorro de la asignación semanal y los sueldos, tenía dinero suficiente como para comprarse un coche sin tener que pedir un préstamo, quedándole un saldo disponible lo suficientemente interesante.

Fue a la autoescuela para sacarse el permiso de conducir. Le dijeron que era demasiado pequeña y no llegaba a los pedales, que volviera a los 18. Rufina no se daba por vencida fácilmente: si el Vaquilla conducía siendo un niño, ella también; si ella había podido sacarse una licenciatura, tenía que poder sacarse un permiso de conducción tipo B.

Se compró unos zapatos con alzas y volvió resuelta a la autoescuela. Después de comprobar que con las alzas llegaba a los pedales, pagó y empezó el camino hacia su independencia.

A los 13 años se sacó el carnet de conducir (la teórica a la primera y la práctica a la cuarta… se ponía muy nerviosa y del tembleque se le caían los zapatos y las alzas).

Con el permiso rosa en su mochila de oso de peluche, se encaminó a varios concesionarios de vehículos de ocasión, para comparar precios.

Finalmente, se decidió por un SEAT 124 color tabaco metalizado con faros antiniebla cubiertos por unas tapas blancas de plástico y techo negro.

Se sentó en el coche, colocó la llave en el contacto, la giró y encendió el motor. Metió primera, pisó el acelerador suavemente y pensó:

Rufina, este es el principio de tu vida…

14.2.08

De bogavantes inteligentes y otras historias

Una compañera de trabajo sueña que habla con un bogavante y que tiene que convencerlo para que vuelva al congelador. Lo mejor de todo es que el animal le contestaba.

Me he quedado con las ganas de saber cómo acababa el sueño: si el bogavante volvía al congelador, si fenecía en un arroz caldoso o si se sentaban a hablar de la insoportable levedad del ser.

Mañana le preguntaré, si no es que alguien ha decretado su ingreso urgente en un centro de salud mental (eufemismo políticamente correcto para manicomio).

Pensando incesantemente en el bogavante orador, caí en la cuenta de que yo sería incapaz de cocinar algo que me hablara. Aunque claro, un arroz caldoso de bogavante es un arroz caldoso de bogavante. Pero que me lo vendan mudo. Hablará gesticulando con sus pincitas, pero yo no me voy a enterar de nada, y ya se sabe, orejas que no oyen, paladar que disfruta.

En realidad creo que sería incapaz de cocinar algo que tan solo me mirara. ¿Cómo atacar en un gesto rápido y seguro el pescuezo (que digo yo, será la forma más rápida de matar algo) de un animal que me está mirando con esos ojos de ‘¿Para qué sirve eso que tienes en la mano? ¿Vamos a jugar a algo?'?

A decir verdad, creo que sería incapaz de cocinar y comer algo que tuviera cara. ¿Cómo clavar el tenedor en ese cuerpo cuyos ojos resecos por el calor del horno te están mirando fijamente mientras te dicen ‘¿Qué te he hecho? ¿Por qué yo? Podríamos haber sido amigos…’? ¿Cómo despedazar hábil con el cuchillo algo que tiene esa mueca de sonrisa forzada por la sequedad y la tirantez de la piel al calor de la cocción?

En cambio, un buen filete no te mira, no quiere ser tu amigo, no te pregunta por qué le das ese destino después de lo mucho que ha hecho por ti o por qué miras tanto al arroz de acompañamiento cuando el filete debería ser suficiente para ti, que para algo lo pediste de la carta. No, él no te mira ni te habla ni te increpa. Él simplemente se sacrifica para tu placer y se deja cocinar, por ejemplo, con una sabrosa salsa a la pimienta verde (y que a mí, personalmente, me sale para chuparse los dedos).

Y me pregunto, ¿qué significado psicológico tendrá un bogavante que habla?

Porque es bien sabido que el mundo onírico es un sinfín de imágenes metafóricas que nos revelan que por cuerdos que parezcamos, estamos como una chota. De ahí que algunos gustemos de comer el queso de la cabra, pisoteando y destruyendo el derecho de propiedad que toda cabra ostenta sobre su queso, así como cada pájaro lo ostenta sobre su lechuga y así sucesiva y cumulativamente hasta el infinito y más allá.

Hazme caso, si la fecha de caducidad de cualquier producto envasado es anterior al día en el que estás, tíralo a la basura, no te lo comas… o escribirás posts como éste.

6.2.08

La magia de la música

Hace un par de viernes se juntaron cuatro músicos para los que las palabras se me quedan cortas… Simplemente geniales y auténticos… Y me transporté en el tiempo, cuando les veía tocar cada viernes, ya fuera a algunos de ellos o a todos al completo (un verdadero regalo para los sentidos).

Esa noche de hace dos viernes los glóbulos rojos se encargaban de suministrar oxígeno a mis músculos para seguir bailando y gritando una canción tras otra, tras otra, tras otra, tras otra… El vino en la cena y los dos gintonics tuvieron algo que ver, pero ahora no estoy hablando de eso.

Corcheas y semicorcheas, fusas y semifusas, redondas, negras, tas y tis se encargaban de inundar cada exhalación de aire y convertirla en magia. Qué jodidamente mágica es la música. Cuánto la añoro. No recordaba hasta qué punto la echo de menos.

Me es difícil describir cómo la música se siente en las venas y recorre todo tu cuerpo, despacio, llegando a esos rincones que habías abandonado y dejado inhóspitos, cómo los llena sin hueco posible, cómo te inunda por completo en un gran estallido repentino e incontrolable.

Cómo una voz y un piano te arrancan las lágrimas; cómo el sonido eléctrico de una guitarra te sacude con un escalofrío desde la espalda hasta la nuca; cómo un bajo palpita galopante con los latidos de tu corazón; cómo una cadencia de batería te cabalga, te extasía y te arropa a un ritmo que entrecorta tu respiración…

Devuélveme 12 años atrás, a ese antro con humo, estrecho, abarrotado de gente, pintado con las paredes de colores y que la noche tornaba en grises. Devuélveme a mi eterna baldosa en primera fila, coreando las canciones, desbordándome una semana tras otra.

Devuélveme por unas horas a esas charlas en el bar de al lado en los descansos, a esas horas en vela para escuchar la última canción, a esos cigarrillos a oscuras y tequilas y cervezas.

Devuélveme a la emoción de esas noches, a un momento en que todo podía ser y nada estaba decidido de antemano.

Por un instante creí volver a todo eso. Por un instante sentí volver a todo aquello…