KNOCK KNOCK KNOCK!!!

Adelante... pasa... como si estuvieras en tu casa...

24.5.06

Hacienda y los beneficios del matrimonio

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Ra, ra, ra, a Hacienda a declarar!!!!!!!!!!!!

Me imagino que ante esta exhibición de entusiasmo, os estareis preguntando el por qué... Quizás consideráis la posibilidad de que me haya tocado el sueldo para toda la vida de Nescafé, o bien que finalmente soy una de esas afortunadas a quien pasan de contrato-basura temporal a fijo con 14 pagas... ¡Pues no!

“¿Entonces?”, os preguntareis absolutamente desorientados. “¿A qué viene tanto frenesí?”

¡¡Pues por la Declaración de la Renta!!

"¿¿Por la Declaración de la Renta??", esgrimireis en vuestros pensamientos, desconcertados ante tal afirmación... “¿Cómo puede alguien apasionarse tanto con algo como el devengo del IRPF?”... Pues señores míos, hay alguien capaz de eso y de mucho más... ¡YO!.

“¿Contenta por la Declaración de la Renta?”, os preguntareis... Y parafraseando al ya mítico, famoso, reputado y españolamente conocido Ama Rosa, os contesto: ¡¡Pooooooooo zi!!

"No lo entiendo", musitais. Atónitos, no os queda más que pensar que he sido abducida por la AEAT (Agencia Espacial de la Administración Tributaria), y que me han re-programado el cerebro para que me convierta en una españolita feliz de pagar impuestos, unos para fines justificados y otros para fines que no lo están tanto... Sin embargo, el motivo de estas letras no es entrar en una disquisición sobre la Objeción de Conciencia Tributaria... Yo simplemente, este año, me vuelvo a sentir feliz por la Declaración de la Renta... Y os adelanto que aún no sé si me sale a devolver... Quizás este dato os haya confundido más todavía, ya que tal vez hubieráis contemplado la posibilidad de que mi felicidad se debiera a una renta negativa... Siguiendo en la línea del no suficientemente valorado Ama Rosa les diré: ¡Poooooooooooooooz no!

"Pues no lo entiendo... ¿estás mezclando medicamentos? Niña, vete con cuidado que –tal y como diría el insigne Chiquito- esto te puede hacer una pupita...". Ya os dais por vencidos ante tanto misterio de origen desconocido y estúpido, viendo que todas vuestras elucubraciones llegan a mal puerto.

No os tengo más en vilo, os lo aclaro en un "plin".

El jolgorio y la alegría a que hago referencia se basan en el hecho de que he pedido por teléfono el Borrador de Declaración de Renta del Ejercicio del 2005. Si es que cada vez nos lo ponen más fácil para que realicemos nuestras autoliquidaciones con el menor esfuerzo posible... mientras paguemos, todo marcha... Pues eso, que aprovechando las facilidades que nos ofrece la tecnología, me he puesto a ello, no sea caso que se me pase el plazo y realice un cumplimiento voluntario extemporáneo y me claven multilla...

Reconozco que, por un "quítame allá esas pajas", he intentado ahorrarme el importe de la llamada al 901 de la Agencia Tributaria... Primero, confieso, lo intentado por Internet, en la web de la AEAT al efecto... No obstante, me pedían un dato sin el cual era imposible continuar el proceso de solicitud del susodicho borrador: el importe de la Casilla nº 55 de la Declaración de la Renta de las Personas Físicas correspondiente al ejercicio del año anterior.

¿Cómo? ¿Casilla 55? ¿Importe? ¿Pero es que existe una casilla nº 55? Yo que creía que era un mito... Dios, qué sufrimiento... En ese instante de la navegación por la web de la AEAT me retrotraje al sentimiento de desesperación que se tiene al descubrir la verdadera naturaleza de algunas cosas. Descubrir que la existencia de la casilla nº 55 no era una falacia, me hizo sentirme igual que ese día en que un niño despechado te hace “la pregunta”... “¿Tú sabes quiénes son los Reyes?”... y tú, tontorrona, contestas con un aplomo digno de las afirmaciones de Bush respecto a la necesidad de guerra en Iraq: “¡Pues claro! ¡Melchor, Gaspar y Baltasar!”, y acto seguido, dibujas una sonrisa socarrona de “¿Qué, algo que añadir, so lelo?”. ¿So lelo? Tú sí que te quedas lela cuando la respuesta del niño es: “No, son los padres”... Una respuesta fría, calculadamente hiriente, hecha “a mala leche”, con toda la intención de socavar tus más íntimas convicciones sobre la vida en esa edad... Eso sí, yo me vengué, y cinco minutos después adopté el papel del niño chivato... tal como si de una mordedura de vampiro se tratase, que te contagia la "mala leche"...

En definitiva, que el descubrimiento de la verdadera existencia de la casilla nº 55 fue igual de impactante.

Estaba yo allí, delante del monitor de mi ordenador, siguiendo todos los pasos que me indicaban, y ahí estaba, el insalvable escollo de la casilla nº 55.

¿Pero dónde he puesto yo la declaración del año pasado?... ¡¡¡Vete a saber!!! Pese a que soy muy ordenada en todo lo que se refiere a papeleo administrativo y similares, llevo una época algo estresante que me quita el necesario tiempo que se debe dedicar a la organización de todos los papeles bajo criterios funcionales. Que voy de culo, vamos.

Puse la casa patas arriba... Y la declaración no aparecía...

Tuve que aparcar la idea de ahorrarme el dinero de la llamada, ceder ante el dispendio de hablar con un contestador que me dice que pulse no sé qué números, y traicionar mi plan inicial de solución a través de la moderna red de comunicaciones de internet.

Anoté el número de teléfono, dejé abierta la ventana de diálogo de la web, por si acaso, y deslicé mis dedos entre los botones del teléfono, muy suavemente, como buscando indirectamente una análoga actitud por parte de cual fuera a ser mi interlocutor.

Vaya, uno de esos contestadores automatizados e interactivos que te van derivando hacia la sección o departamento que se vaya a encargar de tu tema mediante la pulsación de los números en el teléfono.

“Para solicitar el borrador de la declaración individual de la Renta, pulse uno. Para declaración conjunta o más favorable, diríjase a la Oficina de la Agencia Tributaria más cercana a su domicilio”.

Pulsé UNO.

Después de un par de pasos más, a imagen y semejanza del anterior, y que no voy a relatar por carecer del más mínimo interés, me encontré con EL ESCOLLO.

“Pulse el importe de la casilla nº 55 de su declaración del año anterior”.

¿Qué? ¿Cómo? ¡¡¡¡¡¡¡¡¡No puede ser!!!!!!!!!! ¡¡¡Está en todas partes!!! ¡¡¡En internet, en el teléfono, en mis peores pesadillas!!!

Pasados unos segundos, el contestador decía: “Disculpe, no le he entendido. Por favor, vuelva a pulsar el importe de la casilla nº 55 de la Declaración del año anterior”.

¿Cómo que no me has entendido? ¡¡Pues claro!! ¡¡Pero si ni siquiera he pulsado una tecla!! Me he quedado inmóvil al lado del teléfono, pensando “Estoy perdida, si no tengo la casilla nº 55 a mano, estoy muerta... ¡¡Soy capaz de ofrecer un rescate para quien encuentre mi declaración del año pasado!!”.

Al cabo de unos segundos enfrascada en mis pensamientos, la voz del contestador me sacó de mis meditaciones: “Disculpe, no le he entendido. Por favor, vuelva a marcar el importe de la casilla nº 55”.

¡¡¡Pero si te digo que no he pulsado nada!!! ¡¡Que no tengo la declaración del año pasado!! La guardé en algún sitio, para no perderla, y eso es lo que me pasa siempre: cuando guardo las cosas en un lugar seguro para no perderlas, siempre, siempre, siempre las acabo perdiendo... Son las ironías de la vida.

Al cabo de unos segundos, desesperada ya la máquina ante mi ineptitud, la voz me informa:

“Manténgase a la espera, le pasamos con un operador de la Agencia Tributaria”.

Claro, ya te dan por imposible. Seguro que el operador en cuestión tiene un display en el teléfono que le indica “Inepto a la espera de ser atendido”, o alguna cosa por el estilo.

Al fin, una voz con la que poder interactuar, alguien que si no dices nada, te preguntará “Disculpe, ¿está ahí?”, o quizás “Disculpe, ¿me oye?”... y no “Disculpe, no le he entendido”... La eficiencia de las máquinas dista mucho de llegar al nivel de la calidez humana... aunque también debo reconocer que me he encontrado con máquinas más amables que según qué personas.

Planteé mi problema sobre la imposibilidad de acceder al importe de mi casilla nº 55, y la operadora, extremadamente amable, me respondió que sin la casilla nº 55 no podía efectuar mi solicitud de Borrador de Declaración de la Renta.

Una cosa es cierta, todos los operadores y operadoras con los que me topé en esa tarde fueron de un trato exquisito. Gente amable y agradable. Y yo, suspicaz, pensé: Claro, como tenemos que pagar, mejor nos tratan bien, no sea que nos cabreemos y no ingresemos el importe debido.

Mi desesperación, a esas alturas de la tarde, era ya extrema. ¡QUIERO MI CASILLA Nº 55! ¡TODOS TENEMOS DERECHO A ACCEDER FÁCILMENTE A NUESTRA CASILLA Nº 55! Consideré incluso que debiera ser un derecho contemplado y protegido constitucionalmente... Habrá que enmendar y reformar la Constitución Española de 1978 para este menester, entre otros...

Después de mucho revolver entre papeles, redescubrir cosas que pensaba perdidas o de las que ni siquiera recordaba su existencia, vino a mí, casi como una manifestación clarividente, uno de los cajones de un clasificador que tengo en una estantería, donde deposito los recibos y facturas que tengo que pasar en la contabilidad propia de mi profesión... Vino a mí casi como una imagen divina... Vi el cajón, y acto seguido me levanté y me dirigí como alma que lleva el diablo hacia la estantería y cajón en cuestión.

Lo abrí, revolví las facturas pendientes de pasar, y emergió ante mí, casi como una aparición mariana: ¡¡¡¡¡¡¡la declaración del ejercicio del año pasado!!!!!!!!! ¡Dios Santo, ya tenía en mi poder mi Casilla nº 55! Estuve por abrazarla como una madre abraza a su bebé recién nacido, pero pensé que mejor no sacar las cosas de contexto, no fuera que a alguien le diera por medicarme... y afortunadamente, superado el trauma de la casilla, estoy muy mucho en mi sano juicio.

Renuncié a la frialdad del ordenador, y volví a marcar el 901 de la Agencia Tributaria... casi con orgullo, preparándome para decirles “qué, creíais que no encontraría mi casilla nº 55, eh?? ¡A joderse!”. Como si se tuvieran que joder porque no pudiera pedir mi Borrador... nada, idas de coco que una tiene cuando la adrenalina se segrega en cantidades industriales.

Pasé otra vez por todos los pasos indicados, y finalmente pude hablar con una operadora.

En el momento de realizar el susodicho pedido de borrador vía telefónica (sí, tengo a mano mi casilla nº 55, aquí mismito, antes mis ojos, toda ella reluciente y preciosa...), una amable telefonista me informó de que podía solicitar declaración conjunta (o también llamada “más favorable”) atendiendo al hecho de mi estado civil... casada...

En mi ignorancia, y dado que mi marido y yo nos casamos en Diciembre del año de la declaración, pensé que el estado civil afectaría al ejercicio del año posterior, pero no al del de la declaración, por eso de que era en Diciembre. Y no, afecta al del año de la declaración, ya que nos casamos antes del 31 de Diciembre de tal año, que es el fin del período impositivo del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas.

¡¡Fíjate tú!! ¡¡¡Las ventajas del matrimonio!!! Lo mejor del matrimonio no es compartir con una persona tus anhelos, tus sueños, buscar la realización de un proyecto común, complementar la propia persona con la persona del otro... ¡NO! ¡Lo mejor de casarse es poder hacer la Declaración de Renta Conjunta!

A ver si sale a devolver... ¡¡ya sería el sumum!! Vería ya colmadas todas mis aspiraciones como ser humano... Y con los 90 euros que nos tocarían a devolver, ya me veo comprando una casa de lujo en cualquier barrio chungo, o un flamante auto de 5ª mano, o yéndonos de vacaciones de ensueño a algún lugar paradisíaco tipo el balcón de casa de mi tía... Si es que, el Registro Civil y la Agencia Tributaria hacen la vida de una más maravillosa... Ellos son los que le dan verdadero sentido al matrimonio...

En definitiva, que me ha hecho gracia solicitar Declaración Conjunta por primera vez... ahora me siento más unida que nunca a mi marido. Si teneis alguna crisis de pareja, os aconsejo que no lo solucioneis yendo a buscar un hijo (craso error), ni con cenas románticas, ni siquiera con terapia de pareja con un psicólogo-sexólogo conyugal... Presentad Declaración Conjunta... ¡Os garantizo que funciona!

¡Que paseis un buen día!

Y sobretodo recordad... Hacienda, somos todos... Aunque los pringaos que no tenemos donde caernos muertos somos más Hacienda que los que mean en pilas de oro!! Si es queeeeee, el mundo ta mal repartío!!

1 comentario:

Luis dijo...

Jajajaja!! Yo sí que m he reído leyendo este post. Muy bueno, jeje!! No pactarías con el diablo para encontrar la casilla nº 55, no? jajaja!!

Un beso enorme.